domingo, 27 de mayo de 2012

Tecnología en el medio ambiente



 A partir de la Revolución Industrial del siglo XVIII, basada particularmente en el uso y aprovechamiento de energías de origen fósil, el término industrialización se ha convertido en sinónimo de Organización Socioeconómica Dinámica, que en una sucesión de etapas, ha sido capaz de modificar a pasos agigantados en el último siglo, las condiciones laborales y sociales del hombre.
Si observamos la historia de la humanidad, podemos afirmar según la antropología, que las tres grandes revoluciones tecnológicas, y yo agregaría una cuarta producida en las dos últimas décadas del siglo XX, que la evolución constante del hombre y su aceleración en los últimos años, ha modificado el carácter de la sociedad humana; la principal finalidad de las tecnologías es transformar el entorno humano (natural y social), para adaptarlo mejor a las necesidades de los seres humanos. En ese proceso se usan recursos naturales (terreno, aire, agua, materiales, fuentes de energía...) y personas que proveen la información, mano de obra y mercado para las actividades tecnológicas. La mutación de las estructuras sociales y laborales producidas, han tenido repercusión no sólo en el modo de vida del hombre, sino también en su salud y el medio ambiente. Mediante un proceso de aprendizaje el hombre debe adaptarse a un mundo complejo, que le permitirá convivir en armonía dentro de su ecosistema. Nunca antes se había desarrollado tan rápido la tecnología, poniendo a su alcance un mejor nivel de vida, pero con riesgos a la salud, derivados de los procesos tecnológicos, sus contaminantes y desechos. Es decir, la tecnología también la ha vuelto vulnerable y el reclamo por ello, tibio a principios del siglo XX, toma fuerzas en los movimientos generacionales de las décadas del 60 y 70 y a fines del siglo.
Todo nuestro sistema de vida y organización social está basado en la ENERGIA. Sin energía no hay desarrollo social ni económico; y la principal forma de energía que utilizamos es la eléctrica. Para producirla se utilizan combustibles fósiles y otras energías como la nuclear, solar, geotérmica, eólica, hidráulica, siendo estas últimas las alternativas que han tenido un desarrollo extraordinario, en pos de reemplazar al petróleo y sus derivados. En nuestro país el sector eléctrico constituye el tercer mercado energético de América Latina, conformado por dos sistemas principales interconectados desde 2006. La energía eléctrica se genera con plantas de combustible fósil (58%), hidroeléctricas (37%), nucleares (4,2%) y eólicas (0,1%).
Pero, las energías que nos interesan en la provincia y en la región, como generadores de algunas de ellas, son las Energías Renovables. Estas son las que se producen de forma continua y son inagotables a escala humana, o cuya fuente primaria puede regenerarse de modo natural. Entre las primeras se encuentran la energía proveniente del sol y una de sus consecuencias naturales, el viento; la energía que proviene del calor contenido en el núcleo de la tierra y la energía que puede aprovecharse de las mareas.
Se puede mencionar como pertenecientes al segundo grupo el aprovechamiento de la fotosíntesis en las plantas, ya sea utilizando la biomasa como tal o, mediante un proceso industrial, transformándola en biocombustibles como el biodiesel o el bioetanol (nuestra provincia es la principal productora, a partir del alcohol de la caña de azúcar). La energía de los ríos y corrientes de agua de agua dulce, conocida como energía hidráulica, si bien es un aprovechamiento de la energía solar que genera el ciclo del agua, este recurso tiene un período de regeneración dado por los regímenes de lluvia que abastecen los embalses, construidos para el aprovechamiento de la diferencia de energía potencial de la masa de agua.
Las energías renovables son fuentes de abastecimiento que respetan el medio ambiente. Lo cual no evita la acción de efectos negativos sobre el entorno, pero éstos son infinitamente menores si los comparamos con los impactos ambientales de las energías convencionales (combustibles fósiles: petróleo, gas y carbón; y en menor grado la energía nuclear) y además son casi siempre reversibles. Según un estudio sobre los "Impactos Ambientales de la Producción de Electricidad" el impacto ambiental en la generación de electricidad por las energías convencionales es 31 veces superior al de las energías renovables.
Como ventajas medioambientales importantes podemos destacar la no emisión de gases contaminantes como los resultantes de la combustión de combustibles fósiles, responsables del calentamiento global del planeta (CO2) y de la lluvia ácida (SO2 y NOx) y la no generación de residuos peligrosos de difícil tratamiento y que suponen durante generaciones una amenaza para el medio ambiente como los residuos radiactivos relacionados con el uso de la energía nuclear (aunque la tecnología a disminuido considerablemente esta amenaza). Otras ventajas a señalar de las energías renovables son su contribución al equilibrio territorial, ya que pueden instalarse en zonas rurales y aisladas, y a la disminución de la dependencia de suministros externos, ya que las energías renovables son autóctonas, mientras que los combustibles fósiles sólo se encuentran en un número limitado de países. Y en este devenir de ciencia y tecnología estamos nosotros, países latinoamericanos, con historias de pobrezas y descuidos, a pesar del avance sustentado por el uso de las nuevas tecnologías y sus "nuevas" energías. La pérdida de bosques y selvas para lograr mayores áreas de producción agrícola ha traído cambios ecológicos de vastas regiones con el consecuente peligro para la salud del hombre rural y la contaminación de fuentes, principalmente el agua y alimentos, que afecta también al medio urbano. Los datos estadísticos de la situación ambiental en Latinoamérica, dan énfasis al trabajo que realizan las ONG e instituciones como el Consejo Profesional de la Ingeniería de Tucumán (COPIT) para producir un cambio de opinión en la población, ya que las decisiones que se tomen ahora respecto a las mejoras de las condiciones ambientales, van a preservar el futuro de Latinoamérica en su capital más importante: el Hombre. Es así que la tecnología debe aproximarse a la prudencia y esto implica revertir el concepto de que los impulsos de los nuevos descubrimientos tengan, no sólo el fin económico, sino el mejorar aún más el desarrollo del ser humano y su calidad de vida.
Me queda, y les entrego, la idea de James Lovelock, Científico y autor de la teoría de 'Gaia': "La energía nuclear es la única opción viable para salvar a la Humanidad del cambio climático".

Fuente:

Diario El Siglo (Tucuman-Argentina) 13/07/2011

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